LA PIEDAD DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
Esquema de pedestal, base, banco, columnas que figuran las piernas de la Virgen
y movimientos helicoidales.
LOS MOVIMIENTOS HELICOIDALES Y SUS PARTES A ESPIRALES
En las obras de Miguel Ángel Buonarroti hay movimiento
y coloquialidad.
Fundamentalmente en las esculturas, que al ser
bultos exentos, es decir, que se pueden ver de frente, de los laterales
y también desde arriba, la tridimensionalidad emerge, del volumen
cúbico del bloque de mármol.
Al ir Miguel Ángel, esculpiendo desde la
cara frontal del bloque, sobre el dibujo
de la escultura en sus medidas reales, trabajando con el martillo y cincel,
como haría con una tiza (o lápiz), dibujando y sombreando, de
frente, de los lados y de arriba, dando volumen a la figura, penetrando
en el mármol, sacando material (esencia del arte de la escultura).
Poco a poco va obteniendo el volumen de
la figura o del conjunto escultural.
Circunscribiéndonos a “La Piedad de la
Basílica de San Pedro”, que conforma un volumen piramidal, desde
su pedestal, van subiendo, por la base propiamente
dicha de la escultura, el cuerpo de Cristo, el banco oval
sobre el que está sentada la Virgen, formas/volúmenes ovales, que
en sus movimientos helicoidales y sus partes a espiral,
revelan una decidida orientación ascensional, giran alrededor
del eje vertical, que conforma la figura de la Virgen, y siguen
ascendiendo, mostrando desde su visión cenital, un volumen
cupuliforme, que tratándose de “La Piedad de la Basílica de San
Pedro”, evidencian la esencia del pensamiento neoplatónico de
Miguel Ángel: una cosmovisión cristológica salvífica.
El pedestal, la base,
el Santo Sudario, paño donde apoya el cuerpo de Cristo, el mismo cuerpo
de Cristo, en contrapposto (la
cabeza, el rostro, los hombros y el pecho, en dirección opuesta al cuerpo,
desde las caderas y las piernas). Están inscriptos dentro de formas/volúmenes
ovales, que tienen alturas contrastantes y movimientos a espirales,
que forman parte de movimientos helicoidales (en forma de ocho
horizontal), que ascienden en óvalos sucesivos, que van
reduciendo su diámetro, alcanzando la cúspide cupuliforme, en la
cabeza de la Virgen.
El paño del Santo Sudario, realiza un
movimiento que baja desde la rodilla derecha de la Virgen hasta la base de la
escultura, para subir y pasar por sobre la rodilla de la pierna izquierda de la
Virgen, desciende por el otro lateral, hasta media pierna, se detiene, forma un
pliegue, vuelve a subir y pasa nuevamente por arriba de la rodilla, sigue por
debajo del cuerpo de Cristo, continúa deslizándose sobre la rodilla derecha de
la Virgen y forma un lazo que se resuelve en varios cabos.
El movimiento del
paño del Santo Sudario, tienen un recorrido helicoidal.
Estos movimientos helicoidales, del
pedestal, de la base, del Santo Sudario,
del cuerpo de Cristo, ascienden, con vocación
celeste salvífica, alrededor del eje vertical del cuerpo
de la Virgen, el eje horizontal lo constituye el cuerpo de Cristo,
formando los dos ejes una cruz implícita, en su significación de árbol
de la vida, de la resurrección, de la vida perenne. Giran
ascensionalmente alrededor de la cinta que atraviesa el pecho de
la Virgen, en la que está inscrito el texto, con dirección ascensional:
“MICHAEL - AGELUS
- BONAROTUS - FLORENTIN - FACIEBAT”
Miguel Ángel al firmar su obra, refrenda su
pensamiento neoplatónico ascensional salvífico.
Esquema de óvalos ascendentes inscriptos dentro de una pirámide.
El pensamiento neoplatónico cristológico
salvífico fundamenta el lenguaje intrínseco que
arquitectura la belleza de la forma escultórica de “La Piedad de la Basílica de San Pedro”
y también de las sucesivas “Piedades”.
Este lenguaje lo conforma la intención
significante de los óvalos, que contienen los movimientos
helicoidales y sus partes a espiral, con dirección
ascensional, rotatoria, salvífica, hacia la Patria Celeste,
a la vida perenne.
LA COLOQUIALIDAD
Como referí en mi anterior artículo sobre “La
Piedad de la Basílica de San Pedro” en sus partes I - II y III, la
juventud de la Virgen, corresponde a cuando Jesús era un niño, en tanto
Cristo, su Hijo, tiene la edad cronológica de su pasión, muerte y Resurrección.
La juventud de la Virgen, alude a su castidad,
pero también, a que concibió por gracia del Espíritu Santo,
por Decisión Divina, al verbo encarnado.
Así, es Hija de Dios, que la eligió para concebir a la Segunda Persona de la Trinidad,
resultando ser Madre de su Hijo e Hija
de su Hijo: Cristo, conformando una filiación cósmica.
Que encuentra correlación en los versos 1 - 39, de “El
Paraíso”, de la “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, en la voz
de San Bernardo, que dice:
“Vergine madre, figlia
del tuo figlio,
umile ed alta più che
creatura,
termine fisso d’eterno consiglio,…”
“Virgen madre, hija de tu hijo,
alta y humilde más que otra criatura,
término fijo del eterno designio….”
De este modo se ingresa a la comprensión de una síntesis
filosófica neoplatónica de la cosmovisión del pensamiento de Miguel Ángel:
TODO ES PRESENTE ante Dios, es una síntesis
temporal: el después de la Ascensión de la Virgen
María y de su Hijo Jesucristo a la Patria Celeste, que contiene el antes,
la joven Virgen María que tiene en su regazo a su Hijo - Niño Jesús, durmiendo
un plácido sueño.
En “La Piedad de San Pedro” no hay
PATHOS, hay sublime serenidad de la conciencia reflexiva de la Virgen y del
significado profundo de la Belleza de la obra, su esencia
salvífica.
A través del dedo índice de la mano izquierda de la
Virgen, Miguel Ángel “habla” a los espectadores de la obra, de
todos los tiempos y latitudes.
La Virgen con el gesto del dedo índice expresa la intención
coloquial de Miguel Ángel, que le dice a los espectadores de la obra: “He
aquí a lo que ha venido, a salvar a la humanidad”.
El pensamiento neoplatónico salvífico,
fundamenta el lenguaje que expresa implícitamente la obra, en sus
movimientos helicoidales, sus partes a espiral y el
gesto coloquial del dedo índice de la mano izquierda de la
Virgen, revelan un tratamiento del tiempo que trasciende la
tridimensionalidad, emergiendo de la belleza de la forma
perfecta, a la belleza ascensional salvífica, a la Patria Celeste.
(Mayores precisiones, comprensión y profundización de lo que aquí se refiere se
desarrollan en mi libro “Miguel Ángel. Escultor de su Salvación”).
Hace ver, en el sentido filosófico -
creativo, el saber del “homo comprehensor” (en sentido genérico),
el ser que ha comprendido que la virtualidad del movimiento significante de
la obra de Miguel Ángel Buonarroti: “La Piedad de la Basílica de San
Pedro” se revela anticipatoria y fuente de inspiración inexcusable del arte
cinético, en el que los movimientos son generados por motores o fuerzas
naturales.
En las obras de Miguel Ángel, el motor,
generador del movimiento, es el pensamiento creador que lo
sustenta.
Miguel Ángel era un hombre pleno del Renacimiento,
cuya inteligencia del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, estaba
despierta, atenta a observar, a comprender y a estudiar todas las
relaciones del hombre y el universo: la correspondencia entre el
microcosmos y el macrocosmos y así elaborar consecuencias entre el hombre
y lo finito, y el infinito en el hombre y en el universo.
El movimiento helicoidal y sus partes a
espiral, esencia del lenguaje expresivo de las obras de
Miguel Ángel, es parte constitutiva, de su pensamiento creador.
Es de precisar, que Miguel Ángel, en 1494, en la
ciudad de Florencia, en la morgue de Santo Spirito, en Florencia,
clandestinamente, realiza disección de cadáveres, lo que lo convierte en
un verdadero anatomista y lo faculta a dibujar a la perfección la
figura humana.
En el año 1500, en Roma, Miguel Ángel asiste a
clases de matemáticas y astronomía, que dicta un joven polaco, llamado Nicolás
Copérnico.
“No hay que olvidar que Miguel
Ángel fue, desde la adolescencia, gran lector y admirador de Dante, y sabido es
que no es posible comprender bien la visión y estructura de la “Commedia” sin
poseer algunas nociones de matemáticas y astronomía. Nada tiene de extraño,
pues, que Miguel Ángel, en el año 1500 sintiera la necesidad de profundizar en
estos estudios para mejor gozar de su poeta predilecto y aceptara gustoso la
invitación de algún amigo de acudir a escuchar las lecciones particulares de
Nicolás Copérnico.”(La precisión de fuentes, sus citas y profundización, se
desarrollan exhaustivamente, en mi libro, “Miguel Ángel. Escultor de su Salvación”).
En los
Diálogos” de Donato Gianotti - de resonancias y reminiscencias tan
profundamente buonarrotianas - Miguel Ángel en persona afirma: “Siempre me ha
gustado conversar con personas doctas, y bien recordaréis que en Florencia no
había hombre de letras que no fuese amigo mío. Los mismos ”Diálogos” muestran
en Miguel Ángel un conocimiento de la astronomía que al principio asombra y que
asombraría aún más si no hubieran llegado a nuestro conocimiento las clases que
escuchó en Roma de labios de Copérnico. Uno de los interlocutores, Antonio
Pétreo, casi se maravilla de su ciencia astronómica, de que “él, además de
estar tan enterado de otras cosas, fuese también perito en astrología”, y
Miguel Ángel con su habitual modestia responde: “Lo que hemos hablado de
astrología esta mañana es poca cosa; y solo el que haya entendido la Esfera
puede juzgar si digo o no verdad”
Es de recordar que La Esfera (la
cúpula), desde el pensamiento medieval en adelante, era el nombre con el que se designaba a la
astronomía elemental, es decir, según Tommaseo, “la ciencia que enseña el
movimiento y disposición de los cuerpos celestes”.
Los movimientos helicoidales ascensionales generan movimientos
ovales sucesivos ascendentes dentro de la pirámide que es el volumen
dentro del cual emerge “La Piedad de San Pedro”.
Los óvalos de distintos niveles, tamaños y
volúmenes se compensan y contienen unos a otros en un ascenso cupuliforme,
desde el punto de vista cenital.
“La Piedad de San Pedro” comporta una concepción de
visión cósmica, anticipatoria de “La Cúpula de San Pedro”.
Miguel Ángel esculpe la belleza de la
forma perfecta, que trasciende a la belleza de la Ascensión,
de la Virgen y de Cristo, a la Patria Celeste.
En un movimiento helicoidal del artista
creando la belleza de la obra, y de la obra trascendiendo a la belleza
de la Ascensión de la Virgen y de Cristo.
El artista en éxtasis por su sublime
creación, en movimiento helicoidal, Dios esculpe en
el alma del hombre y del artista, el inicio de su conversión.
Así, comienza el largo proceso del itinerario
hacia Dios, en un movimiento helicoidal horizontal, en la
evolución del tiempo, principalmente expresado en las sucesivas “Piedades”
y en los poemas, que aluden a la salvación de su alma.
Córdoba, Argentina, 27de junio de 2018.
Cristina Castricone
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